Una caída visible: el tráfico que ya no llega
En los últimos años, múltiples sitios web —desde medios de comunicación hasta blogs y foros— han reportado una caída constante en el tráfico proveniente de buscadores como Google. ¿La razón? Cada vez más personas están preguntando directamente a modelos como ChatGPT, Copilot o Bard, y obteniendo respuestas sin necesidad de visitar páginas externas.
Este cambio no solo afecta el volumen de visitas. También impacta directamente en los ingresos por publicidad (menos clics = menos dinero) y pone en jaque todo el ecosistema SEO (Search Engine Optimization), que durante años fue la piedra angular del posicionamiento digital.
¿Es la IA la culpable?
Sí, en gran parte. Pero no es la única responsable. La tendencia de los usuarios a buscar respuestas rápidas, sin fricción ni publicidad intrusiva, ya venía en aumento. Lo que ha hecho la IA es ofrecer una alternativa tremendamente eficiente a los motores de búsqueda tradicionales: respuestas claras, sin distracciones, en un solo clic… o sin clic alguno. Así, el “negocio de Internet” como se conocía —basado en atraer tráfico, convertir visitas y mostrar banners— está siendo reemplazado por modelos centrados en la conversación, la síntesis y la personalización.
¿Qué está en juego? El futuro de la web abierta
El declive del clic y la página vista
Los clics ya no son el corazón de la experiencia digital. Cuando una IA responde directamente una consulta sobre "cuáles son las mejores playas del Maule", el usuario no necesita revisar cinco sitios. Lo mismo pasa con recetas, tutoriales, definiciones, comparaciones de productos o hasta diagnósticos básicos.
Los motores de búsqueda también lo saben. Google ya ha comenzado a integrar su propia IA generativa en los resultados, priorizando sus respuestas sobre los enlaces tradicionales. El modelo de click-through está quedando obsoleto.
La web como proveedor de datos, no de experiencias
Muchos sitios comenzarán a abandonar su rol como “destinos” para convertirse en fuentes de datos estructurados que las IA pueden leer, interpretar y citar. El conocimiento ya no será visitado, será procesado. Esto implica que: Las páginas web deberán optimizar su contenido para ser entendible por máquinas. / El tráfico humano será menos importante que la calidad y estructura de los datos. / Los webmasters comenzarán a pensar en su sitio como una API abierta más que como una vitrina.
El ascenso de los jardines amurallados
El sueño de una web abierta, democrática y descentralizada está siendo reemplazado por experiencias controladas dentro de plataformas cerradas. ChatGPT, Perplexity, TikTok, Instagram o Amazon se están convirtiendo en “portales totales”, donde el usuario entra, consume y rara vez sale. Esto significa que cada vez más contenido se consume sin abandonar la app o entorno de origen, dificultando el descubrimiento de nuevas fuentes o voces independientes.
Nuevas formas de monetización (y resistencia)
Para sobrevivir a esta transformación, los creadores de contenido, medios y negocios digitales deberán repensar sus modelos de ingreso: Membresías, suscripciones y contenido exclusivo volverán con fuerza. / El contenido gratuito será el gancho; lo valioso estará detrás del muro. / Algunos sitios buscarán licenciar sus datos a plataformas de IA para ser citados (y monetizados). / Otros apostarán por comunidades fuertes, donde el vínculo humano sea más importante que el algoritmo.
Hacia una web más semántica… y más controlada
Paradójicamente, este cambio podría empujar la realización de un viejo sueño: la web semántica, donde el contenido esté etiquetado, estructurado y enlazado de forma inteligente. Pero también podría llevarnos a un futuro menos abierto, más centralizado, donde pocos actores concentren el acceso al conocimiento y la atención. La IA no está matando Internet. La está reescribiendo.
¿Y ahora qué?
Para quienes crean en la web como espacio de encuentro, conocimiento y autonomía, el desafío es claro: adaptarse sin rendirse. Crear contenidos únicos, fomentar comunidades auténticas, estructurar bien la información y buscar modelos de ingreso sostenibles ya no es opcional. Es una cuestión de supervivencia digital. El futuro de la web no está escrito en el código de los grandes. También se escribe con cada pequeño sitio que decide resistir, adaptarse o reinventarse.